Traffiking in persons

lunes 6 de noviembre de 2017

lunes 6 de noviembre de 2017

[av_heading heading=’ “África, en la lista negra sobre tráfico de seres humanos”’ tag=’h2′ style=’blockquote modern-quote’ size=” subheading_active=’subheading_above’ subheading_size=’18’ padding=’12’ color=’custom-color-heading’ custom_font=’#f7b001′]
MALA PRÁCTICA PERIODÍSTICA
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Temas: violación de los Derechos Humanos, Tráfico de personas.
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Parece que la intención de este artículo periodístico es la de dar a conocer las principales conclusiones a las que ha llegado el informe “Traffiking in Persons”, que Estados Unidos realiza cada año, cuyo objetivo es analizar el crimen y la vulneración de los derechos humanos que supone la trata de personas. Como el mismo informe defiende, la intención de este informe es aplicar la máxima de las 3P Persecución de los traficantes de personas, Protección de las víctimas y Prevención del crimen – para regular y controlar esta práctica nefasta.

De modo concreto e intencionado, el artículo ha elegido solamente resumir las conclusiones a las que se ha llegado en la observación del continente africano. Sin entrar a discutir la veracidad de las conclusiones que se presentan, el articulo nos parece una mala práctica periodística, pues el propio planteamiento del artículo que justifica la necesidad de que Estados Unidos se legitime como auditor de la realidad de otros países, no da pié a plantear una perspectiva crítica.

los principales puntos por los que destacamos que nos encontramos ante una mala práctica periodística, son:

  • El titular se escribe desde una visión tremendista y estigmatizadora, presentando África como única realidad y no como el continente diverso y multicultural que es: 54 países, cada uno con una idiosincrasia y contexto específico.

  • En ningún caso el artículo contextualiza la realidad de los países que cita. Por ejemplo, no habla de “la maldición de los recursos” que sufren algunos de los países que a día de hoy aparecen con índices de pobreza y desigualdad alarmantes. Por citar algunos:

    • Países como RD Congo, que sufre las consecuencias de la explotación minera indiscriminada por parte de empresas extranjeras occidentales que no asumen la ilegalidad ambiental y social de su explotación.

    • No habla tampoco de la fragilidad social que sufre a día de hoy Sudán, consecuencia de su división en Sudán y Sudán del Sur desde 2011.

    • Tampoco habla del repentino crecimiento económico en Guinea Ecuatorial tras el descubrimiento de reservas de petróleo y gas, que tras su rápido acaparamiento por empresas extranjeras, no ha servido para mejorar las condiciones humanas pero sí para dar el salto fuera de la lista roja.

    • En ningún caso se tiene en cuenta las claras consecuencias del cambio climático (acentuado por los niveles desorbitados de contaminación en países “desarrollados”) que tiene una mayor fuerza de repercusión en aquellos países primario-exportadores cuya economía depende directamente de la producción agrícola y ganadera. Vinculado al cambo climático, tampoco el avance del Sahel que cada día fuerza a la migración en un territorio con barreras creadas y subvencionadas por los países del “Norte”.

  • Por otro lado, tratando de eliminar viejos prejuicios sobre los 54 países del continente africano que lo dejan en un imaginario de pobreza y primitivismo, y recordando sus luchas de independencias que los desvincularon de sus antiguas metrópolis, sería interesante entender el éxito y actual auge de muchos de los países que salen de esas listas. 

    A día de hoy las nuevas líneas de intercambio comercial con los países emergentes (BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) dan lugar a un nuevo contexto de desarrollo al margen de las ayudas humanitarias que se nutren de estudios y artículos que apuntan números sin contextualizar, y por tanto dando pie a falsas formas de entender la realidad.

  • En ningún caso el artículo plantea o contempla la idea de la corresponsabilidad. El continente africano aún hoy sufre graves consecuencias del colonialismo y el imperialismo cultural del siglo pasado, y hoy sigue siendo territorio en el que las potencias occidentales imponen modelos mercantiles y de explotación. Esta realidad que se obvia, influye mucho en los procesos migratorios del continente.

  • Siguiendo con la idea de la co-responsabilidad, el artículo obvia cómo el sistema de fronteras estuvo y está regulado por las potencias mundiales. Fué occidente quién redistribuyó el territorio africano. De este modo, contribuimos también a la existencia de conflictos internos y civiles acontecidos por una complicada gestión del territorio y repercute sobre la preservación de identidades culturales.

  • El artículo presenta “Traffiking in persons” como una herramienta diplomática y fruto de un estudio objetivo. No lo presenta como un documento-herramienta de control social fruto de políticas proteccionistas y globalizadoras. Tal y como se documenta, hoy intervenimos mediante coacción económica. Bajo una aparente protección de los derechos humanos, si el país en cuestión fortalece sus políticas migratorias, se negocia su adeudo internacional.

Propuesta de reflexión:

¿Qué tal si nos proponemos entender la historia precolonial y postcolonial de algunos de los países Africanos y la belleza de su diversidad cultural? Como idea de buena práctica informativa en relación con esta noticia, hubiera sido interesante entender el éxito de aquellos países que salieron de la lista para así tener en nuestras manos una información de contraste más completa y no sólo los datos proporcionados por el informe “Trafficking in Persons”. Para responder a estas preguntas y más invito a la lectura del libro “Regreso al Futuro. Cultura y desarrollo en África” de Antonio Santamaría y Jorge García Burgos (coords).

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