Uno de los pensamientos que más nos rondan estos días es el de si nuestro mundo, tal como lo conocemos, volverá a ser el que era. Y desde muchas voces, con más o menos volumen y repercusión, deseamos que esta experiencia -que no celebramos-, sea un punto de inflexión que nos haga comprender que nuestras relaciones con el mundo tienen que ser diferentes. Unas relaciones que tienen que estar pensadas desde el comunitario, que cuiden de la vida de las personas y del planeta, que sean sostenibles en el tiempo, y que, por supuesto, impliquen un sistema re-distributivo de la justicia social.
Hoy queremos compartir dos artículos escritos desde el ámbito de la cooperación internacional y transformadora. Unos artículos que reflexionan sobre el por qué, a pesar de todo lo que sabemos, no se ha previsto de un sistema económico ni social que pueda soportar los efectos de este estado excepcional que vivimos y sus futuras consecuencias a escala mundial. Que nos alertan sobre cuáles serán los colectivos humanos que se verán más afectados. Y que hacen propuesta de diferentes elementos estructurales que tenemos que saber repensar para qué todo lo que aprendamos hoy, sea un efecto transformador de nuestro mañana.
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