Las luchas comunes

por admin

sábado 14 de enero de 2023

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Dice Judith Butler en su ensayo Marcos de guerra que las personas debemos decidir “qué vidas merecen ser lloradas y qué vidas no”. Esta frase es dura, pero al mismo tiempo, realista ya que hoy en día el modelo económico voraz nos lleva a ello. Los bienes de consumo -ya sean materiales o servicios- de una persona del Norte global[1], portan un impacto económico y social que nos ha precipitado a la actual crisis climática y social.

Es este capitalismo el que declara abiertamente la guerra a la biodiversidad y a las comunidades que llevan un estilo de vida alternativo para continuar su lógica explotadora. La finalidad no es otra que continuar generando efímeros momentos de satisfacción en un pequeño porcentaje de la población mundial.

La pandemia nos puso a pensar… pero no lo suficiente

Tras la pandemia, gran parte de la ciudadanía se percató de la importancia de volver a hacer las paces con la naturaleza y el mundo rural. Y en cierto punto, debido a esta circunstancia, se gestaron subvenciones a proyectos sostenibles que captaron la atención del capitalismo… ¡Vaya paradoja que veamos a empresas insignia de este modelo buscando ahora ser las abanderadas de la sostenibilidad!

Al profundizar, vemos que estamos transitando por una época de lucha, donde tenemos el greenwashing[2] por un lado y comunidades rurales por otro. Hay voces que claman y que deben ser escuchadas. La realidad que tienen para contarnos algunos de los movimientos de pueblos originarios es que llevan décadas enfrentándose a multinacionales que buscan expropiar sus tierras, muchas veces con la complicidad de gobiernos corruptos, empujando a las personas al exilio. Todo un sistema que a veces por la vía judicial se logra frenar, otras detenerse y otras, continuar con su finalidad: extraer recursos naturales a bajo coste y sin cuestionamiento del impacto medioambiental de dichos procesos.

Es una lucha entre David y Goliat, donde el pequeño consiguió generar redes de apoyo y de defensa tanto a nivel regional como de cooperación sur- sur. Porque los recursos que estos pueblos defienden inciden en su cultura, en su economía y en su bienestar directamente, pero también en los nuestros. Son millones de hectáreas de selvas, kilómetros de ríos. Es biodiversidad que si no se protege, se extingue del mundo. Para siempre.

Lo que hay detrás de la vida moderna

Además de recursos naturales, con el avance tecnológico y el modo de vida actual, se necesitan enormes cantidades de energía. Para evitar pérdidas en su transporte, la lógica indica que se instalen lo más cercanas a las fuentes de consumo. Pero en las grandes ciudades no  hay espacio para una central hidráulica, o un par de turbinas eólicas porque si se puede construir, ¡mejor que sean edificios y que la energía llegue de otra parte! Y al seguir esta otra lógica, nos topamos con valles inundados para generar energía hidráulica. En sus años de construcción, el impacto ambiental y social digamos que no fue tenido en cuenta. Hoy en día, con una crisis ambiental cada vez más presente en el consciente colectivo y una legislación más sensible al impacto ambiental de este tipo de obras, las grandes centrales hidráulicas son casi impensadas. Sin embargo, para satisfacer la demanda de manera “sostenible” y “cero emisiones[3]”, las empresas se han volcado a la construcción de parques fotovoltaicos y eólicos. Y es así como nos encontramos de nuevo a David contra Goliat, pero en otros territorios.

En el Norte global, se encuentran diferentes comunidades que, al igual que los pueblos originarios, se están poniendo de pie para decir basta a esta situación. Por ejemplo, en la España vaciada. Allí existe gente que se tiene la una a la otra, que son vecinas de toda la vida o por lo contrario, lo son desde hace algunos años, que decidieron echar raíces allí donde muchos abandonaron las suyas. Personas que buscan una alternativa económica respetuosa con el entorno y recuperar los trabajos artesanos de nuestros abuelos. Que aman y cuidan su trocito de tierra y saben lo importante que es para el resto de los seres vivos. Es en esa misma España vaciada donde los prados se están llenando de paneles solares y las montañas, de turbinas eólicas.

La voracidad del Goliat capitalista se disfraza de ecológico y sostenible para adquirir estas tierras a un coste bastante más inferior que en las urbes. Allí es donde a los fines prácticos se está edificando prácticamente sin restricciones. Y si no, despliega sus habilidades para encontrar huecos en la legislación que le permitan conseguir lo que quiere. Porque frente a la crisis climática y global, este gigante ofrece opciones que necesitan minerales, medios de transporte y energía para crear infraestructura que permita caminar hacia la sostenibilidad.

(c) Foto de Sandra Seitamanaa para Unsplash

Agruparse es resistir

El capitalismo nos declara la guerra abierta a todos, porque necesita de nuestra individualidad para sostenerse. Nació para crear espejismos que asociamos a felicidad. Fagocita territorios para darnos comodidad. No nos quiere ver formando comunidades, que frenemos su ambición, que exijamos que la vida de ningún ser vale menos que cualquier proyecto que disfrace la crisis climática para evitar el decrecimiento. Quiere que elijamos qué vidas merecen ser lloradas: si las nuestras, que somos sus juguetes consumidores o las de ellos, que con su red sostienen la vida. Por ello, hoy en día es más necesario que nunca tejer redes entre comunidades o participar activamente en movimientos ciudadanos para hacer frente a un sistema que nunca mirará por el bien común. Porque el mundo es uno y las luchas, son de todas.


Autoría: Gisele Farina

[1]Norte global es un término utilizado en estudios postcoloniales, transnacionales y altermundistas que puede referirse tanto al primer mundo como al conjunto de países desarrollados. En general, se caracteriza por reunir a países ricos económicamente, que tienen acceso a tecnologías avanzadas, con sistemas políticos estables y una alta esperanza de vida. (Wikipedia 2023)

[2]Greenwashing: es el término con el que se conoce a la estrategia publicitaria utilizada por determinadas compañías para presentarse, a ellas y a sus productos, como entidades respetuosas con el medio ambiente, sin serlo. Fundéu 2020.

[3]No podemos hablar de cero emisiones cuando se debe invertir energía, generalmente fósil, en la extracción de minerales, producción, logística e instalación de paneles solares y turbinas eólicas.

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